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Matías, Fran, Paco y Javi.
La frase del título resume mi estado de ánimo al acabar la Cruza de este año. Mi ilusión era ver el 8 en el cronómetro pero esta vez tampoco pudo ser.

El día empezó temprano, a las 3:20 a.m. sonó el despertador después de dormir cuatro horitas, eso sí, del tirón, que a veces con los nervios... Desayuno ligero, no entra nada en el estómago a esas horas, me visto y a la calle que David nos recoge a Suso y a mí para acercarnos hasta C.C. Las Pirámides (gracias de nuevo).

En el punto de reunión ya se pueden ver más caras conocidas, dorsales, bastones..., aquí todo el mundo está en los huesos. Y luego nadie entrena, jaja...

Desplazamiento rápido a Candelaria en la guagua, lo siento Isa, te iba volviendo loca, a mí es que con los nervios me da por hablar. Nos bajamos en el Ayuntamiento y ¡¡sorpresa!!, no hace tanto frío como esperaba. Nos vamos reuniendo y saludando todos los conocidos. Aparece el dorsal de David que estaba extraviado, quien lo iba a encontrar sino Basilio que está en todo. Otro que andaba por allí un poco despistado no encuentra el frontal, ¡ah! no, que está en la otra bolsa, ¡qué susto!


Nos metemos en el recinto de salida y empiezan a pitar los chips, ya estamos, no hay vuelta atrás, últimos ánimos los unos a los otros y se da la salida. Los de delante salen fuerte, qué raro, yo a lo mío, como dice un buen amigo, empieza como un niño para que termines como un hombre.

Los primeros metros los hago con Salva, es otro del club de las cinco Cruzas, menudo carrerón, enseguida se me va, el suyo es otro ritmo.

Entramos en las primeras pistas, hay muchas piedras y socabones, los tobillos giran para todos lados, hay que mirar bien donde se pisa no sea que nos quedemos fuera desde el principio. En algunos momentos miro para atrás y me impresiono con la "serpiente" de lucecitas que viene detrás. Por momentos dudo de si habré salido demasiado tranquilo o si es que la gente ha salido demasiado rápida, da igual, esto no es como empieza sino como acaba.


El camino cada vez se pone más vertical y hay algunas rampas en las que empiezo a caminar. En un giro a la derecha, donde ya empezaba la subida de verdad, me encuentro con Fran Glez. con el cuál haría toda la carrera. Sube a buen ritmo con los bastones y me pego a él. Poco a poco vamos ganando altura y se hace un grupito en el que nos integramos y que nos va marcando el ritmo.

La zona volcánica llega sin tregua, los pasos se acortan yhay que apoyar bien los pies para no resbalar. Nos encontramos con algunos compañeros que ya han reventado y se van quedando por el camino, uff..., esto te recuerda que el próximo puedes ser tú.


Arriba ya se ve la carretera pero Fran me advierte que esto engaña y todavía queda mucho. El viejo truco de agachar la cabeza y no mirar sino para tus pies funciona. LLegamos al punto más alto en poco menos de tres horas, avituallamiento rápido, aprovecho para dejarle los bastones a José Carlos y Leticia que por allí estaban animando y sacando fotos, gracias chicos por estar siempre ahí y dejar que nos "aprovechemos" un poco de ustedes.


En fila india bajamos a La Caldera, después de unos cuantos resbalones, alguna caída y algún calambre llegamos al avituallamiento sin grandes dificultades. Tocaba recargar las botellas, comer algo que no fueran barritas y sin más demora empezar el camino hacia Chanajiga. Qué diferente es hacerlo con unas horas encima a salir fresquito en un entrenamiento.


En alguna cuesta larga hay que caminar, Fran y yo lo teníamos claro, esto es muy largo y no hay que darlo todo tan pronto. Me empiezo a sentir mal, algo de escalofríos y un sudor frío me empiezan a decir que la cosa no va bien. En el avituallamiento de Chanajiga me tomo un Termalgín pero tarda en hacer efecto y en la subida me voy quedando un poco detrás.


Aquí ya se hizo un grupito majo, Eduardo Cebrián, Paco Tabares, Fran, Matías, Javi (C.A.V.) y yo. Hacemos piña y nos vamos animando unos a otros, en los momentos de silencio, esos en los que vas diciendo -que **** hago yo aquí- siempre había alguno que soltaba una broma, un chiste o sacaba algún tema para llevar la mente a otra parte. Gracias chicos, buena parte de esta carrera también se las debo a ustedes.


Coronamos La Piedra de Los Pastores, se nos hizo un poco largo, pero sabíamos que habíamos dejado la peor parte detrás. Aquí nos encontramos a Suso que se estaba recuperando del esfuerzo, había tenido que abandonar, pero todavía tenía fuerzas para charlar con los que íbamos pasando y animarnos un poco.

Tocaba ahora la pista que lleva al avituallamiento del Lagar, terreno favorable en el que entre risas y bromas llegamos al nuevo tramo de sendero. Se acabaron las risas, había que estar concentrado en mirar donde pisabas, en fila india y poco a poco, al trote, íbamos avanzando comentando como no se le había ocurrido incluir a la organización este tramo en ediciones anteriores. Fue todo un acierto.

Lo malo vino cuando llegamos a donde tenía que estar el avituallamiento y allí no había nadie, casi nos metemos en el parque y asaltamos a los que estaban allí asando chuletas. Menos mal que estaba un poco más adelante, aquello era el paraíso, te deba una pena salir de allí con lo bien que se estaba, jeje.


Empezaban las fuerzas a ir justas de verdad, el cuerpo no respondía y había que tirar de cabeza, nos alternábamos en la cabeza, trotando en llanos y bajadas y caminando rápido en las subidas. Ya todos conocemos este tramo y sabemos lo largo que se puede hacer, menos mal que estaba nublado. Cuando vimos la carretera el subidón fue total, paramos un momento en el avituallamiento, recargué apenas un poco de agua y cuando busqué a mis compañeros ya no estaban. Lo que hace el olor a meta, da unas energías que no sabes de donde salen, Matías salió conmigo pero yo llevaba las uñas de los pies un poco mal y le dije que siguiera.

Al trotito fui bajando y adelantando gente, me hizo mucha ilusión ver a Adán que se estrenaba en el maratón, iba tocado de una rodilla pero contento, ¡ánimo compañero! qué bien te has integrado en el grupo.


Sólo quedaba el último sendero, una tortura con los dedos como los llevaba pero saber que por allí iban a estar muchos amigos suavizaba el camino. Mucho esfuerzo me costó contener unas lágrimas al entrar en meta, esta vez no llevaba gafas para disimular pero ya estaba hecho, había terminado mi quinta Cruza-Tenerife.


Ahora venía lo mejor, ver a los amigos, saber como había terminado cada uno, asombrarse con los tiempos de algunos, dar ánimos a otros... y por supuesto, quedar para la próxima.

También quiero aprovechar para felicitar a la organización por el curro que se han metido, superando todos los obstáculos que han tenido (económicos, técnicos, trazado, etc.). Vaya desde aquí un reconocimiento a todos ellos y como no, a los voluntarios que estuvieron echando una mano en la salida, avituallamientos, llegada. Gracias a todos ellos la Cruza-Tenerife ¡¡SIGUE SUBIENDO!!

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