Decepción, frustración o acierto.

Después de la Cruza Tenerife, me vi con muchas ganas para seguir entrenando y poder llegar a la Transvulcania. Fueron muchas semanas difíciles, ya que se requiere mucho tiempo, sobre todo este año, que quise concluir 3 pruebas.
En el aeropuerto de Los Rodeos, me siento rara, sin sensaciones, pocos nervios,… hablando con Rocío y Cesar. Cuando llego a La Palma esperé a Victor de 7K para poder acoplarme en el coche, ya ahí empecé a sentirme un poco nerviosa. Almorzando con Juan Francisco, Darío y Víctor, me pongo a escucharlos, madre mía “chiquitos maquinones”. Por cierto, “recomiendo” el Chipi-Chipi, para comer.
Llegamos a Los Llanos y nos encontramos con una cantidad de personas conocidas, que bonito es el ambiente. Huele a nervios por todas las esquinas y sobre todo, tod@s nos miramos y pensamos: “¿estarán fuertes?”. Teniendo el dorsal en la mano, les digo que me voy a la habitación para descansar un poco. Pongo todas mis cosas en orden, para que al día siguiente no tuviera que levantarme muy temprano. Me tumbo un rato y veo la tele sin ganas. Nos encontramos más tarde para ir a cenar todos juntos, comimos muy relajadamente y con muy buena compañía. En fin, se acaba la velada y rápido al hotel a dormir. Despidos y besos y hasta el Gran Día.
A la mañana siguiente toca levantarse rápido y desayunamos Rocha y yo juntos, ya que habíamos comprado comida en común. Toca ir a la parada y ahí una cantidad de corredores. ¡Impresionante! Me encuentro a Toño y estuve todo el tiempo con él hasta la salida de la carrera, hablando de todo un poco. ¡Pobre, tenía un gripazo!. De nuevo un ambientazo con tanta gente igual de loca como la que escribe. Y toca la salida. Es increíble ver a tantos corredores uno detrás del otro saliendo por ese arco en dirección a la montaña, tantos frontales, tantas luces rojas, tantos bastones, que a veces estorbaban. Y cuantas personas, que te animan a subir.
Llevando ya una hora en dirección a la montaña, me tocan por la espalda y me giro a la derecha y no veo a nadie, me vuelvo al otro lado y ¿a quién veo? . Al Gran Rocha! Le pregunto qué tal y me comenta que no encontraba a Cesar y que estaría interesado en acompañarme, ya que para él, esta carrera era simplemente un entreno para su gran Carrera en Andorra. Le sugiero que mejor no, porque si no, puede llegar a aburrirse conmigo, primero que no suelo hablar mucho y otra que voy, mucho no, muchísimo más lenta que él.
Insiste y… ¡pa´rriba!.
Me encontraba muy bien, con ganas y fuerza. Rocha con su sonrisa de oreja a oreja y siempre con su gran optimismo animaba a todo el mundo. Él iba sobradísimo. No paraba de hablar, bueno, eso es bueno, pero yo no podía contestarle y me intentaba concentrar. Creo que tenía que haber comido y con tanto entusiasmo me olvide, es decir mi cuerpo en ese momento no me lo pedía, pero pienso que fue uno de mis errores. Ya llegando al Pilar en la última bajada, pasaron muchos pensamientos, pero que pocos o ninguno los pude compartir. Estaba a tope. Uno de ellos era, “que buena bajada me estoy pegando”. Pensaba en la postura que Chevi me ha intentado enseñar. La apliqué y me fue bien. Rocha me decía que bajara como si estuviera flotando, para economizar, en fin intenté hacerlo todo. Llego con un tiempazo respecto al año pasado, entro en avituallamiento como unas naranjitas y un plátano. Darío se encuentra por allí, me comenta que pare todo lo que quiera y coma bien, pero sintiéndolo mucho no le hice caso. Salí de nuevo. Otro error. Sigo con Rocha hasta el comienzo del Reventón. El trote es continuo y constante, ya al llegar al siguiente avituallamiento,me siento un poco rara. Calambres en el estómago y como con nauseas. Ahí ya empiezo a parar muy a menudo. Rocha seguía hablando y cantando. Increíble, iba sobradísimo. Le comento de nuevo que siga él su camino, que yo ya me las arreglo. Y él que no, y que no. Que me acompañaba hasta la meta. Para ayudarme me cogía los bastones y hasta la riñonera que me oprimía el estomago. Iba cargado con mis cosas, el pobre. Para no cansarles mucho, llego al Roque de los Muchachos a trancas y barrancas con muchas paradas y dolores de estómago y casi sin poder beber, ni comer. Ahí decido abandonar. Esta situación, para los que no hayan tenido que tomarla, es muy dura. Le digo a Rocha y a Chevi que sigan y bajen lo más rápido posible. Rocha me seguía insistiendo, pero… ¡uff!, qué va, imposible.
Con lágrimas y las típicas llamadas de teléfono que hago, para intentar convencerme de que no pasa nada, y que es la mejor opción, me tumbo en una de las camillas de la Cruz Roja y veo cada cosa que comparado con lo mío, son gravísimas y esa gente seguía. Me pongo a meditar y pienso, ¿habré hecho lo correcto? Nunca lo sabré.
El año que viene la intentaré concluir, pero pensaré en mis errores cometidos este año. Rocha, no has sido tú el culpable. Solo querías ayudarme. El año que viene, como ya te conozco un poco más, te mando “a freír chuchangas” y luego te pido perdón, ¿vale? . Espero no perderte como compañero en la montaña, y mucha, mucha suerte en Andorra.
De todas maneras al mismo tiempo quiero dar las gracias a todos los de Tenerife Trail, 7K, y a todos los que me encuentro en la MONTAÑA.