Bueno, pues ya está hecho, al final han sido poco más de 11:30' el tiempo que he tardado en cruzar Tenerife desde Güimar hasta Garachico. Me ha encantado la experiencia, he conocido mucha gente y seguro que repetiré en el futuro.
Apenas pude dormir esa noche y no creo que pasara de las cuatro horas, un amigo me acompañó hasta el Puertito, lugar de salida y allí pasé los trámites previos, recogida de dorsal, chip, revisión del material obligatorio, etc... La salida se dio puntal a las 7:00 a.m., me lo tomé con calma y me quedé a cola del pelotón que salió trotando en dirección a los túneles que pasan por debajo de la autopista. Como tenía planeado, me lo tomé en plan muy reservón y en cuanto aparecieron las primeras cuestas empecé a caminar. Iba muy entretenido, charlando con otros participantes y compartiendo los planteamientos de carrera; la gente lo tenía todo muy medido y por lo que pude constatar nadie se salía de su plan.
La primera parte de subida era bastante fea, con mucha hierba que casi no te dejaba avanzar, entre invernaderos, fincas y muros de piedra. Ya al llegar a la carretera se podían ver unas bonitas vistas del Valle de Güimar, pero la verdad, no me recreé mucho en la contemplación. Tenía todo el tiempo controlado el pulsómetro, pero siempre iba diez pulsaciones de media por encima de lo normal, creo que era por la mala noche y los nervios. En todo el tramo de subida hasta Izaña fui haciendo la goma con algunos compañeros y en el tramo final adelantando a unos cuantos. Tardé unas cinco horas en llegar al primer avituallamiento (punto más alto de la carrera), seguro que podía haber bajado el tiempo aunque sea una hora pero ante la inexperiencia mejor ser precavido.
A partir de este avituallamiento empecé a trotar en los llanos y bajadas y en las rampas caminaba a buen ritmo. Tardé casi una hora en llegar al avituallamiento del Portillo, allí estiré, comí y bebí y seguí trotando por la carretera que bajaba, llegado a un punto tuve que pararme y esperar a alguien que viniera por detrás porque no estaba seguro del recorrido y temía haberme pasado alguna entrada. LLegó Bernardo, y nos acompañamos un par de horas por la pista que bajaba hacia Los Realejos, era profesor de educación física, aunque estaba pre-jubilado por unos problemas en los oídos que no le permitían escuchar muy bien (vaya gritos que me pegaba el muy mamón). Nos mantuvimos juntos hasta que alcanzamos a su mujer que iba por delante, estaba un poco tocada de las rodillas y no pensaba continuar corriendo. LLegado a este punto me despedí de ellos y continué trotando hasta el avituallamiento del Lagar. Aquí tuve mis mas y mis menos con un participante que vamos a decir que estaba haciendo la carrera con un recorrido "diferente"; no sé si fue por el cabreo o por un Redbull que me tomé (era la primera vez) pero de este avituallamiento salí con fuerzas renovadas, eso sí con la discusión olvidé recargar la mochila de agua, cosa que pagaría luego. He de decir que durante todo este tramo adelanté a algunos corredores y alcancé al que ya sería mi acompañante hasta Garachico, Dani, un chico de las Palmas que había hecho varias veces la Transgrancanaria. Agradecí mucho tener compañía en este tramo porque eran quince kms. en teoría prácticamente llanos, aunque en realidad eran sube-bajas que rompián mucho el ritmo y tuvimos que caminar más de lo que queríamos.
Cuando llegamos a La Montañeta nos dio un subidón y empezamos a correr un poquito más, aunque ya llevamos los pies bastante tocados, la bajada empezó a hacerse más fuerte después del último avituallamiento y en algunos tramos de fuerte pendiente teníamos que parar un poco para que no se quejaran las articulaciones. El tramo final, el sendero que bajaba a Garachico era criminal, llenos de piedras y con contínuas eses era el descabello para nuestras pobres piernas, Dani se marchó ayudado por sus bastones, yo disfruté de estos últimos momentos pensando en la llegada con mi mujer y mis hijos esperándome y en algunos momentos se asomaron unas lágrimas a los ojos, las tuve que contener porque después de perder casi cuatro kilos (lo comprobé al llegar a casa), no era cuestión de perder más agua :-).
Ya en la llegada cogí a los niños y uno a cada lado hiciero la entrada conmigo, foto de rigor y a descansar. Mi mujer me echó un buen rascapolvo, que casi no me conocía, que era sólo piel y huesos, que estaba demacrado, etc...
Al llegar a casa tenía el cuerpo muerto, Mari me dio un buen masaje y tuve que reventarme una ampolla en la planta del pie derecho. Lo peor vino al día siguiente, parecía Robocop, me costaba dar un paso, pero bueno, sarna con gusto no pica. Sin embargo, la siguiente mañana me levanté mucho mejor y prácticamente estaba bien salvo unas pequeñas agujetas.
¿Qué será lo siguiente...?
Apenas pude dormir esa noche y no creo que pasara de las cuatro horas, un amigo me acompañó hasta el Puertito, lugar de salida y allí pasé los trámites previos, recogida de dorsal, chip, revisión del material obligatorio, etc... La salida se dio puntal a las 7:00 a.m., me lo tomé con calma y me quedé a cola del pelotón que salió trotando en dirección a los túneles que pasan por debajo de la autopista. Como tenía planeado, me lo tomé en plan muy reservón y en cuanto aparecieron las primeras cuestas empecé a caminar. Iba muy entretenido, charlando con otros participantes y compartiendo los planteamientos de carrera; la gente lo tenía todo muy medido y por lo que pude constatar nadie se salía de su plan.
La primera parte de subida era bastante fea, con mucha hierba que casi no te dejaba avanzar, entre invernaderos, fincas y muros de piedra. Ya al llegar a la carretera se podían ver unas bonitas vistas del Valle de Güimar, pero la verdad, no me recreé mucho en la contemplación. Tenía todo el tiempo controlado el pulsómetro, pero siempre iba diez pulsaciones de media por encima de lo normal, creo que era por la mala noche y los nervios. En todo el tramo de subida hasta Izaña fui haciendo la goma con algunos compañeros y en el tramo final adelantando a unos cuantos. Tardé unas cinco horas en llegar al primer avituallamiento (punto más alto de la carrera), seguro que podía haber bajado el tiempo aunque sea una hora pero ante la inexperiencia mejor ser precavido.
A partir de este avituallamiento empecé a trotar en los llanos y bajadas y en las rampas caminaba a buen ritmo. Tardé casi una hora en llegar al avituallamiento del Portillo, allí estiré, comí y bebí y seguí trotando por la carretera que bajaba, llegado a un punto tuve que pararme y esperar a alguien que viniera por detrás porque no estaba seguro del recorrido y temía haberme pasado alguna entrada. LLegó Bernardo, y nos acompañamos un par de horas por la pista que bajaba hacia Los Realejos, era profesor de educación física, aunque estaba pre-jubilado por unos problemas en los oídos que no le permitían escuchar muy bien (vaya gritos que me pegaba el muy mamón). Nos mantuvimos juntos hasta que alcanzamos a su mujer que iba por delante, estaba un poco tocada de las rodillas y no pensaba continuar corriendo. LLegado a este punto me despedí de ellos y continué trotando hasta el avituallamiento del Lagar. Aquí tuve mis mas y mis menos con un participante que vamos a decir que estaba haciendo la carrera con un recorrido "diferente"; no sé si fue por el cabreo o por un Redbull que me tomé (era la primera vez) pero de este avituallamiento salí con fuerzas renovadas, eso sí con la discusión olvidé recargar la mochila de agua, cosa que pagaría luego. He de decir que durante todo este tramo adelanté a algunos corredores y alcancé al que ya sería mi acompañante hasta Garachico, Dani, un chico de las Palmas que había hecho varias veces la Transgrancanaria. Agradecí mucho tener compañía en este tramo porque eran quince kms. en teoría prácticamente llanos, aunque en realidad eran sube-bajas que rompián mucho el ritmo y tuvimos que caminar más de lo que queríamos.
Cuando llegamos a La Montañeta nos dio un subidón y empezamos a correr un poquito más, aunque ya llevamos los pies bastante tocados, la bajada empezó a hacerse más fuerte después del último avituallamiento y en algunos tramos de fuerte pendiente teníamos que parar un poco para que no se quejaran las articulaciones. El tramo final, el sendero que bajaba a Garachico era criminal, llenos de piedras y con contínuas eses era el descabello para nuestras pobres piernas, Dani se marchó ayudado por sus bastones, yo disfruté de estos últimos momentos pensando en la llegada con mi mujer y mis hijos esperándome y en algunos momentos se asomaron unas lágrimas a los ojos, las tuve que contener porque después de perder casi cuatro kilos (lo comprobé al llegar a casa), no era cuestión de perder más agua :-).
Ya en la llegada cogí a los niños y uno a cada lado hiciero la entrada conmigo, foto de rigor y a descansar. Mi mujer me echó un buen rascapolvo, que casi no me conocía, que era sólo piel y huesos, que estaba demacrado, etc...
Al llegar a casa tenía el cuerpo muerto, Mari me dio un buen masaje y tuve que reventarme una ampolla en la planta del pie derecho. Lo peor vino al día siguiente, parecía Robocop, me costaba dar un paso, pero bueno, sarna con gusto no pica. Sin embargo, la siguiente mañana me levanté mucho mejor y prácticamente estaba bien salvo unas pequeñas agujetas.
¿Qué será lo siguiente...?
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- Escrito por Emilio
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